La sirenita y el grumete
Jim & Melody
Jim es un muchacho humano que
cuando tenía apenas 7 años vio a su padre subirse a un barco para nunca volver,
dejándole a él solo con su madre destrozada. Recordaba aquellos momentos a la
perfección. Dormía en su cama cuando escuchó un fuerte portazo, bajó las
escaleras corriendo y vio a su madre al lado de la ventana llorando. Atravesó
la puerta de su casa corriendo, y vio a su padre en la distancia y un barco al
que su padre se aproximaba.
Corrió con todas sus fueras
mientras desesperado le gritaba que no les dejase, él realmente le quería aun
que su relación no fuera la más estrecha, sin embargo, su padre no respondió.
Subió al barco soltaron amarras y él se quedó en tierra, llorando viendo como
su padre marchaba para no volver.
Su madre intentaba ser fuerte y
mantener a flote su pequeño restaurante a flote.
Pero la gente se marchaba a
ciudades grandes y el número de clientes se vio reducido en poco tiempo. Buscó
trabajo en el puerto y la contrataron un barco como cocinera. Su hijo que se
llamaba Jim era ayudante de cocina y grumete.
Jim se metía en problemas en cada
puerto al que llegaban era un chico muy listo, con 8 años construyó su primera
tabla voladora con ayuda del capitán, este procuró que fuera más segura para el
chiquillo. Más de una vez aparecía la policía robótica con Jim esposado. Su
madre no dejaba de disculparse y castigaba a Jim, pero él no solía hacer
demasiado caso.
Ella echaba de menos a su
pequeño, ese niño que le traía de vez en cuando un animal extraño y le preguntaba:
“Mamá, ¿nos lo podemos quedar? Puede ser nuestra mascota”. Jim creció y se
convirtió en un muchacho de 17 años que siempre que podía cogía su tabla con
velas solares y se marchaba por la proa el barco a volar.
Un día llegaron a un planeta
nuevo, aterrizaron en un pueblo con cierto aspecto a Medievo, donde aún existía
la monarquía clásica y donde los reyes eran realmente queridos y admirados por
el pueblo.
Jim quedó maravillado en su nuevo
destino, la gente era al parecer realmente feliz. Estaban comprando provisiones
para el barco cuando escuchó a su madre hablar con el capitán.
-Es una gran fiesta que se
celebra en unas semanas es una buena suma de dinero capitán
-Sarah no somos mayordomos
–respondió este-¡Somos marineros!
-es dinero fácil, una especie de
descanso-respondió ella mientras enseñaba el cartel donde ponía la suma de
dinero que recibiría cada persona que trabajara en el evento.
El capitán echó unas cuentas y
decidió que podrían hacer una excepción y de paso arreglar el barco que había sufrido
algunos percances en los viajes. Jim no tardó en coger su tabla solar y alzar
el vuelo para explorar aquel pequeño reino.
No tardó en descubrir que era una
Isla bastante grande y estaba completamente enmurallada. Se acercó al agua
cuando vio a unos delfines saltar. A gran velocidad rozó el agua con sus manos
y siguió haciendo piruetas en el aire. Cuando anochecía, vio una silueta saltar
con los delfines. Era una muchacha con cola de pez. Y se quedó maravillado al ver como los
delfines jugaban con ella, se apenaba de no poder verle la cara con claridad.
De repente vio como la chica miraba al cielo y al sol directamente, para luego
sumergirse y desaparecer.
Cuando llegó con su madre le
explicaron que el palacio tenía habitaciones para ellos y se quedarían allí
unas semanas. Jim compartía habitación con su madre, la cual tenía un balcón
bastante grande. Allí vio a la reina con su imponente corona en el balcón de
espaldas con alguien.
-¡estaba preocupadísima!
-¡Estoy bien! He estado en el
pueblo-escuchó Jim. Pronto salió una chica de su edad con un cepillo- ¿me
ayudas?
-Melody…-respondió la reina con
pesadez. Jim ya no escuchó gran cosa, algunas palabras sueltas mientras la
reina cepillaba el pelo de la que parecía ser su hija.
Seguidamente vio como desaparecían
del balcón, observó unos minutos el paisaje pensó que era de los lugares más
agradables en los que había estado. Iba a meterse de nuevo cuando vio de nuevo
a la muchacha en el balcón y como empezó a deslizarse por las enredaderas de
las paredes.
La vio correr por el jardín y
buscar algo… para luego quitarse los zapatos y mojarse los pies en el agua del
mar que salía del muro. Un perro no tardó en aparecer gritando poniendo a la
muchacha perdida de agua. Jim no le dio más importancia al asunto y tras reírse
de la escena se fue a dormir.
La muchacha al día siguiente
volvió a desaparecer de palacio muy temprano. Y Jim pudo apreciar como medio
palacio la encubría mientras algunos soldados la buscaban de nuevo. Ella nadaba
de nuevo en el mar, donde era libre, donde no se sentía prisionera de las
normas y el protocolo. A mitad de tarde vio desde el fondo del mar un objeto
volador extraño, era como una tabla con vela que volaba en los cielos.
Se escondió en las rocas y
observó como la tabla hacía giros muy extraños y que parecían peligrosos. Y
escuchó además un grito eufórico. Alguien controlaba eso y parecía que se lo
pasaba en grande. De repente la tabla cogió mucha altura y se dejó caer, ella
pensó que el objeto había fallado y el chico tenía problemas, se acercó a
intentar ayudar, pero la tabla volvió a funcionar de nuevo a apenas un metro de
tocar el agua y volvió a escuchar aquel grito de euforia mucho más alto y
vigoroso.
Ella suspiró aliviada y se marchó
de allí, pero el muchacho de la tabla alcanzó a ver aquella cola de pez que se
sumergía de nuevo para desaparecer. Volvió a palacio volando en su tabla y
entró a su cuarto por el balcón.
Lo que él no sabía era que una
muchacha que había atravesado el muro bajo el agua, había visto como él llegaba
a su cuarto montado en la tabla de ella había visto volar horas atrás.
Melody intentó trepar por las
enredaderas, pero vio a su padre cerca y tuvo que entrar por la forma
tradicional, por la puerta. Allí vio algunos chiquillos de su edad, que cuando
la vieron le hicieron una reverencia. Y una vez ella llegó a la esquina les
escuchó hablar de ella y sus raras costumbres. No dudó en ir a su cuarto a llorar.
Al día siguiente su madre fue a buscarla a su cuarto para practicar para la
ceremonia.
Para sorpresa de la reina la
encontró lista a falta de su cabello, que ella cepilló contenta y le hizo un
recogido. Allí en plena sala de fiestas, todos los empleados que ayudarían esa
noche, estaban reunidos esperando para el ensayo. Todos vieron a la reina y a
la princesa bajar con delicadeza las escaleras.
-vaya… parece tan apagada
hoy-comentó uno de los sirvientes.
-Apagada… si esta
fabulosa-comentó Sarah
-Pero mírala a los ojos, ella no
está bien, creo que no le gusta tanto protocolo y vestidos-comentó el sirviente
de nuevo.
Jim, había escuchado la
conversación y quedó callado, pronto comenzó el ensayo y todo el mundo empezó a
recibir órdenes concretas de los encargados de la organización. Jim como vio
ella ejecutaba cada orden dada por sus padres, incluido el baile principal el
cual ella protagonizaría con algún muchacho de la corte que la invitara a
bailar. Pero ella no estaba muy concentrada y tropezó cayendo al suelo. A Jim
le pareció torpe y no pudo evitar reír un poco por lo bajo, mucha gente le miró
mal por su osadía, la propia princesa al principio, pero luego sonrió con
malicia.
-Melody, ¿te has hecho
daño?-preguntó su padre, ella negó y se acercó al muchacho.
-¿me concedes este
baile?-preguntó la princesa al muchacho. Su padre fue a intervenir, pero su
madre la conocía y paró a su marido en seco.
-No sé bailar-respondió el chico
sonriendo con burla- no quisiera ensuciaros vuestras ropas.
-Oh, no es preocupéis, solo
dejaros llevar-respondió ella con una sonrisa de autosuficiencia. Le cogió y
tras arrastrarlo a la pista, dio orden de que empezara la música.
Él intentaba seguirle el ritmo,
pero al ser su primera vez pisaba bastante a la muchacha, la cual sonreía.
Llegaba la hora del giro, pero Jim se equivocó y ella le obligó a repetir el
movimiento un poco más rápido, seguidamente ella dio un paso hacia delante y al
obligarlo a retroceder el muchacho tropezó con sus propios pies.
Ella sonreía y al poco comenzó a
reír de forma suave. Y le tendió la mano para ayudarle a levantarse.
-Ahora estamos en paz ¿no crees?
Algunos del salón rieron por la
situación, incluso Jim sonrió de forma torcida y se permitió el reír por lo
bajo. Mientras Sarah había mantenido la respiración, pensaba que su hijo se
había vuelto a meter en problemas, pero suspiró aliviada cuando vio a la
princesa y su niño reírse juntos y despedirse para volver a lo que hacían. El
rey tomó a su hija y siguieron practicando.
Los siguientes días fueron un
caos en palacio, la reina discutía con su hija casi constantemente. Melody echó
a correr y huyó de palacio. Con forme corría se fue desprendiendo de los
zapatos, y rasgando su vestido dejando un rastro evidente de por donde había
ido, hasta que de repente no había rastro y los guardias vieron el vestido o
gran parte de él tirado a la entrada del pueblo cerca del puente.
Informaron a la reina y ordenó
que la buscaran. Su hija no podía desaparecer. Cuando se fueron rey y reina
hablaron de su hija y pensaron que a lo mejor la presionaban mucho, pero con
los peligros que había allí fuera, no podían arriesgarse a que algo le pasara.
Ella mientras se había escondido
en el puerto. El capitán y Jim hablaban de la vida que querían tener en el
barco cuando vieron a los guardias.
-la princesa a desaparecido,
ofrecen una recompensa por quien la encuentre-dijo uno.
-¿Desaparecido o huido? –contestó
el capitán.
-Eso no importa ¡La princesa
corre peligro y es vital que permanezca en palacio!-respondió otro de los
guardias. Jim escuchó un ruido raro en la zona de estibor y disimuladamente
echó un ojo y vio a una muchacha agarrada de la madera del barco.
-Aquí no está, se habrá ido por
ahí con algún amigo-respondió el chico- no es la primera vez que desaparece
¿no?
Después de un pequeño debate
sobre la huida de la chica, los guardias registraron otros barcos y casas en
busca de la joven
-Que muchacha más
problemática-dijo el capitán-¡valiente! Pero problemática.
-a saber que habrá pasado esta
vez-respondió Jim-¿podemos subirla al barco?
-¿Cómo?-respondió el capitán
confuso. Jim miró hacia abajo y el capitán asintió. Agarró a la chica por el
vestido y la subió. Estaba empapada. Y cansada.-¡Vaya! ¿Qué hacías ahí
muchacha?
-Jugaba al escondite-sonrió ella
–se me da bien ¿eh?
-Te buscan en casa-respondió el
capitán
-Lo sé, pero es que esta vez se
han pasado-respondió ella mientras escurría el vestido y su pelo- ¡Odio mi
vida!
-sí, debe ser duro estar rodeada
de riquezas y glamur-habló Jim con ironía.
Ella calló y le miró muy mal.
Fueron hasta las escaleras del barco donde ella se sentó en un escalón y
permaneció callada viendo el pueblo desde la distancia. El capitán le hizo un
gesto para que hablara con ella.
-¿Qué no te gusta el vestido que
quieren que te pongas?
-Que gracioso-respondió ella con
sarcasmo- ¿pero sabes que? No, no me gusta. Es agobiante. Ojala mis padres
desaparecieran…
-es algo muy duro ver como tus
padres se van para no volver-respondió él serio. Ella no tardó en entender el
mensaje. Con voz muy triste le dijo.
-Quieren que elija un primer
pretendiente para bueno… lo que bueno… -ella suspiró y soltó simplemente- boda.
-¿no eres un poco joven? –Jim se
sentó a su lado en el borde del barco. Ella asintió y alegó que era uno de sus
deberes.
-Estoy enjaulada. No puedo salir
sin escolta, no puedo hablar con los servientes por que no están a mi altura,
si intento ayudar en palacio mal porque eso no forma parte del deber de una
princesa, ¡y no hablemos de salir fuera de las murallas! El peligro acecha
constantemente
El muchacho entendía bien su
situación, se sentía sola y encadenada a un futuro que ella no quería. El
capitán les llamó, Jim tenía que pescar. El capitán y el muchacho enseñaron a
la princesa como atar y deshacer cabos. Y el muchacho se la llevó con la barca
a pasear a las afueras de las murallas.
-Aquí la puesta de sol es
bonita-le comentaba el chico, y señalando con el dedo dijo- y por allí a veces
se ven delfines.
Pero eso ella ya lo sabía.
-Voy a nadar.-soltó de repente
ella mientras miraba el agua.
-puedes ahogarte, hay mucha
profundidad-comentó él algo extrañado.
-Hay que correr riesgos ¿no?
Seguidamente se puso en pie en la
barquilla y se lanzó de bomba al agua. Al ver que la chica pasados los segundos
no subía a flote, Jim se asustó y comenzó a buscarla por donde había caído. La
muchacha subió a la superficie exactamente donde él estaba mirando. Sus caras casi
chocaron.
-he cogido una caracola-comentó
ella un poco avergonzada.
-Aguantas mucho. ¿Tan
acostumbrada estas a no respirar?-comentó él confuso.
-Es lo que pasa cuando te
asfixian- respondió ella mientras se alejaba un poco de la barca.
Al cabo de un rato tenían la red
llena de peces, y el sol fue cayendo. Poco a poco. Él desde la barca la vio
salir a buscar aire su pelo brillaba con el sol, una imagen espectacular para
cualquier persona. Ella se sentó en una gran piedra con un trozo de red que
llevaba conchas y objetos que había encontrado en el fondo.
La vio tumbarse en aquella piedra
grande, sus pies en remojo en el agua, el sol bajando lentamente bañando la
piel de la muchacha. Se acercó con la barca, debían irse. Por el camino ella
veía constantemente el mar como su libertad, y él la miraba de reojo cada poco
tiempo.
El capitán esperaba en la cocina,
ayudó a los jóvenes con la red y empezó a cocinar. Allí Jim le ayudaba a
cocinar.
-Princesita ¿no deberías irte a
casa?-comentó el capitán mientras troceaba la comida. Jim estaba muy atento a
la conversación.
-Mañana por favor-suplicó ella
poniéndose de rodillas- una noche libre, solo una noche y volveré a ser la hija
ejemplar que esperan.
El capitán rió y asintió.
-Pues si te quedas esta noche con
nosotros deberías aprovechar para ver el cielo sin tanta luz. –sugirió este. De
repente los ojos de la chica cobraron vida de una forma que hipnotizó al joven
grumete.
Ella sonrió agradecida, les dio un beso en la
mejilla a cada uno para después salir corriendo de la cocina y subir a ver
aquel cielo que parecía prometedor. Y sin querer, a Jim se le escapó un pequeño
suspiro que habría sido indetectable de no ser que lo estuvieran mirando
fijamente.
-¿guapa eh?-soltó el capitán
sonriendo con un poco de malicia.
-¿eh? Si bueno, no está mal.
–respondió el chico mientras intentaba concentrarse en hacer picadillo una
cebolla sin mucho éxito.
- Las piernas desde luego son una
maravilla, ya es casi una mujer.
-Su pelo es mejor, brilla con el
sol –comentó él distraído.
-vaya así que te has fijado en
ella-dijo el capitán riendo.
-¡¿Qué?! ¡No!-exclamó él, en su
sorpresa casi se corta con el cuchillo. El capitán acabó por él y vertió todo
en la olla, no quedaba mucho para que la cena estuviera lista.-es solo una
chica más.
-Pues yo intentaría algo con
ella, al menos disfrutar con la chica antes de irnos-comentó el superior con la
falsa intencionalidad de no decir nada importante.
Cuando la cena estuvo preparada,
grumete y capitán subieron a buscar a la muchacha con los platos de comida,
estaba sentada muy cerca de donde solía hacerlo Jim. El capitán lo interpretó
como una señal y vio a su grumete pelando patatas sentado donde siempre
cerquísima de ella. No pudo evitar darle
un pequeño codazo.
-princesita, ¿tienes hambre?-
llamó el capitán. Ella sonrió y les habló de la maravilla de barco que tenían y
de lo mucho que había disfrutado de aquel día.
Se pasaron gran parte de la noche
hablando de las galaxias y planetas que habían visitado, contando anécdotas
divertidas, algunos saqueos que habían hecho, incluso alguna anécdota que hacía
quedar a Jim como si fuera el héroe del día. El chico estaba avergonzado y
trataba por todo medio restarle importancia al asunto, pero ella sonreía y reía
de vez en cuando.
-Qué envidia-respondió ella- Aquí
no hay anécdotas tan divertidas.
-Cuéntanos algo de tu pueblo ¿Qué
es ese peligro terrible del que todo el mundo habla? ¿Por qué las murallas?-insistió
el capitán. Ella se puso seria y con voz suave habló.
-Mis padres dicen que en el mar
viven criaturas horribles con poderes mágicos empeñadas en dominar a los
hombres. Dicen que cuando celebraban mi primer año de vida una bruja apareció y
estuvo a punto de secuestrarme y de hundir el barco. Intentaba matarme, dicen
que era malvada que clamaba venganza por mi abuelo que vivía cerca de los
mares. Mamá tuvo que despedirse de él para siempre hasta que esa mujer fuera
capturada. Papá ordenó levantar los muros para protegernos del peligro. – hubo
un momento de silencio. Suspiró y siguió hablando mientras miraba a unos
delfines saltar en el agua.-no entiendo como algo tan bonito e increíble puede
ser tan peligroso. Mamá tuvo que abandonar para siempre su casa, lo dejó todo
atrás por Papá y por mí. Ella pertenecía al mar. Pero nunca la he visto cerca
de él.
-pues si suena peligroso lo de
esa mujer-respondió el capitán. Pronto empezó a contar otra anécdota, ella no
tardó en sonreír y la atmosfera volvió a ser la de antes.
Jim intervino alguna vez riéndose
de su capitán, complementando la información que este daba, y ella reía. Llegó
un punto en el que el capitán tenía sueño y con esa excusa abandonó a los
jóvenes.
-bueno, intentad dormir esta
noche. Hasta mañana pareja
Ella sonrió agradecida y se
despidió con la mano, Jim lo hizo con un movimiento de cabeza. Se quedaron
solos y estuvieron hablando un poco durante la noche. Después de haberla
cubierto de la guardia, se tuteaban. Mientras miraban el cielo, la princesa se
quedó dormida en el regazo del chico.
Él sonrió contento al ver que ella se
relajaba con él. Se dieron cuenta de que se parecían mucho que aspiraban a ser
otras cosas. Que lo que tenían en ese momento no era lo que querían aun que
fuera su deber.
Melody volvió a casa sola, se llevó
un sermón increíble de sus padres y cuando su padre descubrió la colección de
conchas que ella escondía bajo la cama, su madre encolerizó. Ella usó con su
hija una poción que le había dado su padre. Su parte de sirena se ocultaría. No
volvería a transformarse. Melody lloró y suplicó, no podían quitarle la poca
libertad que tenía. Nadar era su pasión, le encantaba. Pero no cambió de
parecer. Empujó a sus padres y se marchó de nuevo.
Todo el castillo escuchó los
incomprensibles gritos que se estaban soltando. Melody tenía escolta pero no
fue lejos, fue con el perro y se puso a gritar. Jim y su madre la escucharon.
Los reyes abandonaron los aposentos de su hija cuando entendieron que esa
conversación había terminado. Melody se pasó la noche llorando abrazada al
perro y sentada cerca del agua del mar que atravesaba el muro del castillo.
-Seguro que la han castigado por
no hacer caso-dijo Sarah- sé que es duro, pero todos tenemos una
responsabilidad…
-Creo que han acabado de cortarle
las alas-respondió su hijo.
-Vamos a dormir Jim mañana hay
otro ensayo… y el ambiente será tenso-comentó ella. Jim no hizo caso y se quedó
mirando a la muchacha. Las luces de palacio se apagaron y solo quedó la de la
habitación de Jim. Ella cuando se dio cuenta le sonrió con una sonrisa muerta.
Decidida se marchó con el perro
al interior del castillo. Al día siguiente Melody les esperaba a todos lista en
las escaleras para bajar como la princesa que era, con su cabello recogido, su
vestido de prácticas impecable. Y sonreía.
Sus padres se quedaron
complacidos por el cambio de su hija, pero una persona sabía exactamente que no
aguantaría mucho tiempo complaciendo de aquella forma. Esta vez se habían
presentado unos muchachos de su edad. La reina los presentó como algunos de los
interesados en obtener la simpatía de la princesa. Tras unos instantes de
protocolo, el ensayo del baile que ella tanto odiaba comenzó. Fue rodando en
brazos de los 4 chicos que habían asistido al ensayo.
Finalmente la simulación de
coronación como heredera de la corona. Y cuando se dio el ensayo finalizado la
princesa realizó una reverencia para todos indicando así que se marchaba, todos
le respondieron pero antes de irse sonrió con desafío se quitó la corona de
pega y la lanzó al suelo con todas sus fuerzas. El ensayo había sido perfecto
hasta ese momento. Se quitó los zapatos y los dejó allí y descalza se marchó a
su cuarto.
Sus nuevos guardias la siguieron
pensando que se iba a ir, pero sencillamente fue a paso ligero hasta su cuarto
donde se encerró el resto del día. Estaba muy enfadada. Por la noche se marchó
seguida a prudencial distancia por unos guardias a los jardines. Jim estaba
allí leyendo un libro sin demasiado interés. Ella se acercó y se sentó a cierta
distancia.
Aquella noche no hablaron, ella
ya le había explicado que era lo que tenía que ser y la vigilaban
constantemente. Melody sonrió con complicidad y pena. Se mojó los pies y trató
de relajarse, sin obtener el resultado que ella ansiaba, no era lo mismo que
nadar. Hizo un sonido con la boca y cuando Jim la miró ella dejó caer algo del
bolsillo de su vestido. Él sonrió y ella tras coger sus zapatos se marchó a su
cuarto.
Cuando se fueron Jim cogió el
objeto, era una concha cerrada bastante grande. Se podía abrir y llevaba una
nota dentro. “Gracias por el mejor día de mi vida, me han terminado de enjaular
Jim. Se acabó para mí, he de ser la hija ejemplar. Vive una vida genial por mi
Jim”
Y así empezó una pequeña cadena
de mensajes escondidos cuando el otro estaba mirando. Se aseguraban de que
ellos recibieran los mensajes. Un día en unos de los ensayos, hicieron que
Melody se cambiara de zapatos y él tuvo que sujetar los otros, aprovechó para
colarle una nota en el izquierdo. Melody la notó cuando se los volvió a poner
para volver a su cuarto. Los nuevos no le favorecían porque eran demasiado
altos para ella. Quedaban pocos días para el gran baile. Y Jim estaba ayudando
a preparar el barco para partir con algunos miembros de la tripulación.
-¿Qué ya has conseguido besarla
Jimbo?-preguntó el capitán.
-¿¡Que!? Em no, ¿para qué querría
hacer eso?-respondió el chico mientras estiraba de una cuerda.
-vaya, y yo que pensaba que
tenías madera. –se mofó el capitán.-esta juventud. Jimbo te quedan dos días, y
mañana la princesita estará muy ocupada. Esta noche es la última oportunidad
que tienes para verla. Nos vamos pasado mañana.
Y de repente Jim tenía mucho en
lo que pensar. Pero no tardó en responder.
-Ella está prometida con algún
chico de los que vaya al baile. Ya escuchaste a sus padres.
-pero aún no lo está ¿no? Para
eso será la fiesta de mañana-contestó uno de los marineros. Y cuando se dio
cuenta los 4 o 5 que estaban alistando el barco con él le animaron a
intentarlo.
Sin pensarlo mucho cogió su tabla
solar y volando se fue a buscar a Melody. La vio en el balcón y se acercó
lentamente. Ella se hizo a un lado y el joven bajó y apagó la tabla.
-Me alegro de verte-dijo medio
susurrando. Le cogió de la mano y lo metió en su cuarto.
-¿Cómo estás?-preguntó el
nervioso, no estaba seguro de lo que hacía.
-Bueno… no quiero llegue
mañana-respondió ella triste.
-He estado pensando- tragó saliva
y soltó-¿te apetece salir un rato?
Y ahí estaba de nuevo, aquel
brillo que desarmaba al chico. Ella le abrazó y lo siguiente que escuchó fue:
“¿Cuál es el plan?”.
-Volar
-Pero… ¿es seguro?-preguntó
temerosa al ver que él había arrancado su tabla y la vela estaba lista.
-¡Claro! ¿Confías en mi?-preguntó
el chico mientras le tendía la mano. Ella se la cogió con fuerza y respondió
segura: “SI”-bien cógete aquí con fuerza y trata de no gritar hasta que
salgamos de la muralla.
Ella asintió y se agarró con
firmeza a la tabla de la vela, él se apegó a ella para que no se moviera, le
haría de seguro y arrancó la tabla. Y pronto volaron fuera de los muros. En la magia
de la noche, la brisa del viento los jóvenes disfrutaban de su libertad.
Pasaron por el puerto y los compañeros vieron a Jim volando con la princesa
entre sus brazos.
-échale valor Jim-dijo el capitán
en voz alta.
-No se atreverá-soltó uno.
-¿apostamos?-dijo otro.
-apuesto 100 monedas por el
muchacho-soltó el capitán convencido.
Y así ambos disfrutaron de unos
minutos de gloriosa y gratificante libertad. Observando la majestuosidad de las
aguas, la belleza del cielo y sus estrellas, y él disfrutaba del perfume de la
muchacha que estaba asegurando. Cuando volvieron a la habitación de ella, se
sentaron en la cama y estuvieron hablando. Se rieron un rato por la travesura
que habían realizado.
Él no iba a decirle que se iba,
simplemente disfrutaría todo lo que pudiera de su compañía. Jim estaba
despeinado por el viaje y cuando ella le colocaba un mechón de pelo en su sitio
Jim se dejó embrujar por los ojos de la joven. Un sencillo y modesto beso.
Cuando volvieron a la realidad, se sonrojaron y él desvió la mirada. Ella le
dio un segundo la espalda para luego tumbarse sobre él y mirar por el balcón.
Se quedó un poco perplejo pero
ella no parecía que se hubiera molestado, osó tocarle aquel cabello que a veces
le parecía mágico. Y ella cerró los ojos complacida. El tiempo pasaba y él
tenía que marcharse.
-te veré mañana ¿verdad
Jim?-preguntó ella
-Por supuesto, no me perdería el
verte bailar por nada del mundo Melody-le sacó la lengua y se marchó con su
tabla.
El chico volvió feliz a su barco
a terminar de ayudar con los preparativos, no tardaron en abalanzarse sobre él
para preguntarle cómo había ido. Pero la apuesta no obtuvo respuesta y quedó
cancelada.
En efecto el día salió como los
reyes habían planificado. En el momento del baile los muchachos pretendientes
se colocaron en fila, ella bajó las escaleras con su vestido rosa. Y su cabello
recogido con un lazo rosa. Era el momento de elegir, empezó a sonar la música y
ella hizo algo que nadie esperaba.
-¿Seriais tan amables de
concederme este baile?
Les había pedido bailar a todos.
Ella miró de refilón a Jim con cierto toque de malicia. Él rió por lo bajo. No
iba a elegir. Lo mejor fue verla guiarles, ella había aumentado la velocidad
del baile y no todos podían seguirle bien el ritmo. La música al compás de ella
confundía a los pretendientes haciéndoles tropezar y quedar en ridículo. A
pesar de esto la fiesta continuó como estaba prevista. Una vez terminó la
coronación los invitados se fueron marchando, los sirvientes y ayudantes
recibieron su paga. Ella le dio la suya a Jim y le sonrión con ternura y
complicidad.
Sus padres se dieron cuenta de
aquel gesto y por la noche hablaron con ella. Ella les explicó que el chico le
gustaba y se sentía bien con él. Que quería conocerle. Pero la tripulación
volvió al barco. Cuando su padre dijo que el chico se iba con su tripulación ya
estaba amaneciendo.
Todo el pueblo había salido a
despedir a los visitantes, ella corrió con todas sus fuerzas hacia el puerto
esquivando a los guardias. Estos la siguieron de cerca. Y allí estaba el barco
despegando para irse. El capitán avisó a su grumete de que había visto a la
chica en el puerto. Él se acercó todo lo que pudo. Y le lanzó un colgante. Era
la concha que ella le había dado, la cogió al vuelo por los pelos. Llevaba “Melody”
gravado. Sonrió con cierta tristeza y vio a la joven cada vez más pequeña en el
horizonte.
Aquella noche Jim no durmió se
quedó pensando en ella. Y por primera vez en muchos años su madre y el capitán
le vieron llorar. La chica realmente le gustaba y era duro dejarla atrás.
En palacio Melody lloraba en
silencio por él, jugando con el colgante. De repente este se abrió y salió una
imagen móvil de ellos juntos sonriendo en plena noche volando con las
estrellas.
Los padres de Melody insistieron
en que la muchacha debía elegir a alguien con quien salir, debía conocer a la
gente importante de los otros reinos pero tras unas citas que ella calificó de
horribles se negó a salir de su cuarto.
-Melody, entiéndelo… eres
princesa, la heredera-le habló con suavidad su madre.
-¡No quiero serlo! Sueño con
otras cosas madre-contestó ella.
-¿con que sueñas hija?
-Sueño sin fin madre, sueño
quiero salir, salir de aquí… ¿Qué he de pagar para salir de estas murallas?
Para dormir sobre la arena de la playa… ¿Cuánto hay que dar? ¿Por qué tenéis
que impedirme disfrutar de nadar?
-¡Porque es peligroso! Melody
estuvimos a punto de perderte.
-¡Lo sé! Pero quiero explorar
madre-le miró ella con ojos soñadores-quiero explorar sin importar cuando tenga
que volver…-y ahí pensó en Jim y su corazón se partió un poco más. –el exterior
madre… quiero, quiero formar parte de eso…
Su madre se marchó enfadada
dejando a su hija sola y triste. Eso jamás iba a suceder. Pero ella realmente
quería vivir, y encerrada en aquellos muros no lo iba a conseguir. Y cansada
cogió su colgante y su bolsa y se preparó.
En mitad de la noche, se deslizó
por las enredaderas y se fue hacia el muro. Buceó y movió el barrote suelto que
le permitía la libertad. Nadó hasta la playa y vio un bote. Se subió y empezó a
remar. A mitad de noche se quedó dormida en medio del mar. Y cuando despertó
vio como unos peces extraños la guiaban.
-¿Qué hacéis? ¡Soltad el barco!
-Buenas noches princesa Melody-
respondió uno de los peces. – me llaman piraña.
-hola…-respondió confusa- ¿A
dónde me lleváis? ¿Cómo sabéis quien soy?
-lo sabemos todo de ti, eres una
pobre alma desdichada a la que le han quitado una parte de ella misma… ¿no
querrías recuperarla?
-¡Si claro! Pero es
imposible-respondió apenada
-yo conozco a una hechicera
increíble, ella es genial puede hacer cualquier cosa realidad puede recuperar
cualquier cosa perdida, incluso una aleta-comentó el pez contento.
-llévame con la hechicera por
favor.
En un par de días estuvieron en
la otra punta del planeta, con hielo y frio. La barca entró en una especie de
casa de hielo, una cueva muy grande. En su interior una mujer pulpo les daba la
bienvenida.
-¡Melody! Que mayor estas
-hola… usted es…-respondió ella
como pudo pues estaba sorprendida por su cuerpo.
-tú eres sirena y yo soy una
Cecaelia- Melody abrió los ojos sorprendida, solo sus padres sabían su
verdadero origen que era el de su madre. –si pequeña, se que tu madre te
arrebató esa parte de ti.
Le enseñó un pequeño altar con
una bola de cristal de la cual salían burbujas que enseñaban varios sucesos de
su vida. Las constantes discusiones con su madre y algún ensayo de la fiesta.
-Sé lo que es perder una parte de
sí misma. Yo perdí a mi hermana Ursula a pesar de que era la favorita la quería
igualmente-dijo la hechicera-¡Era mi hermana! Yo no la puedo recuperar a ella,
pero mi pobre niña, pobre alma en desgracia… ¿no gustaría ser libre para
siempre?
-si señora…-respondió ella
-Morgana cariño, ese es mi
nombre-respondió la Cecaelia. Pronto se
puso a buscar entre sus pociones.- ¡Aquí está una gota de esta poción y
será suficiente!
-¿volveré a ser sirena?
-¡Si para siempre! ¿No es
fantástico?
-¡Sí! ¿Cómo puedo pagarte?
-Oh mi niña, no quiero gran
cosa-respondió la mujer sentándose en el borde colocando sus tentáculos en el
agua-vas a renunciar para siempre a tus piernas.
-Eso significa…-y ahí Melody cayó
en la cuenta.
-Significa que nunca podrás
volver a caminar por tierra mi pequeña sirena. Es un contrato irrevocable mi
pequeña y dulce niña. Estarás lejos de tu casa, del castillo de sus murallas…
-¡estoy dispuesta!-sus ganas de
salir de aquel lugar y huir de aquella prisión eran muy poderosas.
-Ven muñeca, te encontrarás con
tu destino
Y la mujer pulpo dejó caer unas
gotas de aquella poción sobre los pies de la muchacha. Y su transformación
comenzó sus piernas fueron sustituidas por una preciosa aleta. Las había perdido
para siempre, pero ahora era libre. Libre para explorar, para nadar, para
viajar… Melody marchó muy agradecida con su nueva aleta.
-¿Por qué no le has pedido nada
más?
-Porque ella no podrá ver a sus
padres. Imagínatelo los reyes buscando locos a su hija una niña que desapareció
de la faz de la tierra, la buscarán y no la encontraran ella estará viendo ese
amplio mundo. Quedarán destrozados y serán infelices toda su vida, su madre
jamás podrá volver al mar y su hija no podrá haber ido hacia allí porque ya no
es sirena. Y esa pobre chiquilla solo me tiene a mi.
Melody pasó varios años nadando
en aguas abiertas yendo a ver constantemente a la hechicera Morgana, la cual de
vez en cuando le encargaba tareas pequeñas como conseguirle algunas plantas
para sus pociones…
Jim y su tripulación encontraron
el mapa de un tesoro pero el planeta donde estaba tenía una trampa oculta y
comenzó su autodestrucción. Apenas pudieron cargar algo el barco y escapar a
duras penas.
Usaron el dinero para mejorar el
barco y para que la madre de Jim tuviera su propia posada, había elegido el
pueblecito donde vivía la princesa que a su hijo le gustaba.
Cuando pisaron
tierra Jim pensó en ir a verla, hacía 2 años que no la veía… ¿se habría casado
ya? Había pensado mucho en Melody y la sirena. Jim llegó a la conclusión de que
podrían ser la misma chica, quizás le preguntaría cuando la viera. Pero
mientras ayudaba a descargar unos guardias lo apresaron a él y la tripulación
por completo. Los encadenaron y le llevaron a palacio.
-¿Dónde os llevasteis a nuestra
hija?-quiso saber la reina.
-No hemos vuelto desde que nos
fuimos y la chiquilla estaba en el puerto rodeada de guardias cuando lo
hicimos-respondió el capitán-¿se ha vuelto a escapar?
-Mentís, ¡volvisteis a por ella
un mes después de que os fuisteis!-dijo el rey-Comprobad sus cuadernos de
Bitácora.
Lo hicieron pero tal y como la
tripulación había dicho no había rastro de su hija.
-¡Se la ha llevado ella!-dijo
entonces la reina
-ella ya no puede nadar cariño,
nos encargamos de ello-respondió el Rey-es imposible
-Pues entonces está muerta… no
podría haber sobrevivido sola con una barca Eric… Melody… ella-la reina empezó
a llorar desconsolada. Hasta que se puso seria y fue directa al muchacho más
joven de la tripulación- ¡Todo esto es por tu culpa! ¡¿Qué ideas le metiste en
la cabeza?! ¡Seguro que fue a buscarte!
-¿a mí? ¿Para qué? Ni siquiera
nos conocíamos bien- respondió Jim con osadía-¿Segura que no se alejó de su
familia por córtale las pocas alas que tenía? O quizás lo hizo de su madre por
que ella no se molestó comprender a su hija.
Y una sonora bofetada se escuchó
por toda la sala. La reina ordenó que cogieran al muchacho y lo llevaran a
donde estaba la barca que había desaparecido. El sol empezaba a ocultarse.
Melody había visto algo raro y muy grande descender desde los cielos. Siguió a
aquel objeto y se dio cuenta de que era un barco y que iba a casa. Cuando el
barco estuvo cerca de ella lo distinguió a la perfección, lo habían cambiado un
poco, pero era completamente reconocible. Su corazón latió de nuevo como hacía
tiempo que no lo hacía. Avisó a Morgana de que habían capturado a la
tripulación de un barco que a ella le importaba
La hechicera vio su oportunidad,
tras trazar un plan y comunicárselo a la joven sirena, fue hacia el que fue el hogar de su pequeña
sirena. Ella mientras aprovechó para
robar aquel objeto mágico del que hablaba su nueva amiga. Aquel que podría
liberar a la tripulación.
No fue nada difícil llegar hasta
Atlantica, además que todo el mundo estaba pendiente de las últimas noticias
sobre la princesa desaparecida. Y lo vio justo donde dijo Morgana, al lado de
aquel imponente trono vacío. Lo cogió y se lo llevó. Nadó con rapidez hasta lo
que un día fue su casa. El rey de los mares no tardó en ir a por su tridente
pero al darse cuenta del robo, ordenó que lo trajeran de vuelta. Todo miembro
de Atlantica se puso a buscarlo por mar y tierra.
-¡Mira! ¡Falta ese bote! ¿Cómo
atravesó el muro?-preguntó la reina.
-Como lo haría cada vez que se
iba a buscar sus conchas-respondió el joven- su hija no era precisamente tonta
alteza.
-Vaya vaya vaya ¡Ariel! Ya eres
toda una mujer-se escuchó de pronto.
La tripulación vio como todo el
mundo se ponía blanco, ¿Acaso aquel cuento que asustaba a la princesa era real?
Y de las aguas apareció una mujer pulpo.
-¡Morgana! ¿Dónde está nuestra
hija?-reclamó el rey
-¿Qué pasa? ¿Acaso se ha
escapado? –dijo con cruel ironía-Vaya… y yo que venía a llevármela..
Vaya si es
el muchacho que le dio esperanza. Cuanto tiempo sin verte, dejaste a la niña
con el corazón roto. No pensábamos que volverías.
Jim no entendió todas sus
palabras, pero sí que ella sabía de la chica. Trató de lanzarse a por ella,
pero al estar encadenado solo consiguió acercarse un poco y caer sobre la
arena. Pronto vio salir a una sirena, a su sirena.
-¡Melody!-gritó su madre que se
había descalzado para ir por ella al agua. Se estaba transformando cuando su
hija le apuntó seria con el tridente del rey de los mares-¡Dámelo! ¡Es muy
peligroso!
-No-respondió su hija seria- no
vas a escucharme, nunca lo has hecho. –la muchacha miró a Morgana que sonreía
con comprensión, Melody le lanzó el tridente- ¡cumple tu parte!
Morgana cogió el tridente al
vuelo, el rey de los mares y media Atlantica hacían acto de presencia cuando la
hechicera o mejor dicho bruja del mar convertía el mar en hielo y reía de forma
diabólica.
-¡Soy la reina de los 7 mares!
¡Se inclinarán todos aquellos que tengan branquias y aletas!-gritaba la bruja
eufórica.
Mientras el hielo crecía
alrededor de la bruja del mar, el hechizo del tridente obligaba a la gente de
los mares a inclinarse ante ella. Mientras los humanos luchaban por mantener el
equilibrio. El rey liberó a Jim y a la tripulación.
-¡¿Quién es tu favorita ahora
madre?!-gritó la bruja
La tripulación vio como Jim salía
corriendo hacia Melody que estaba postrada en completo estado de sumisión.
-vamos levanta-dijo el muchacho
intentando moverla
-No puedo… lo siento... solo
quería-dijo ella a duras penas, pero él no la dejó seguir.
-Eso no importa ahora, hay que
detenerla o irnos
-El tridente…-consiguió
pronunciar ella. Jim entendió el mensaje.
La mujer tentáculo empezó a crear
una tormenta, alzó algunos de los barcos que estaban hundidos. Y con su magia
llevó hasta ella a las sirenas terrestres.
-¿Qué no te contó tu madre a
donde pertenecía exactamente Melody?-preguntó la bruja del mar con malicia
-Ella venía del mar-respondió
ella confundida.
-De la mismísima Atlantica, es la
hija del rey de los mares, -y todo el reino escuchó aquella risa horrible-Tritón…
¡Te ha robado tu propia nieta!
Melody quiso desmallarse, la
estrategia llevada por Ariel no había sido la mejor y veía a su hija encajar
muchas piezas. Piezas que ella tendría que haberle facilitado.
-¡Suéltala! Ya la has
utilizado-dijo la reina-suelta a mi hija
-¡Claro!-sonrió de repente muy
alegre la bruja dejando caer a Melody desde muchísima altura.
Jim había estado trepando con el
rey por la torre de hielo donde en la cima se encontraba la poderosa bruja,
mientras estaba distraída con las chicas. La bruja del Mar había transformado
su pequeño pez en un enorme tiburón, casi tan grande como un barco. Cuando
escuchó a Melody gritar no dudó en lanzarse a por ella. La cogió al vuelo y
cayeron en otra torre que estaba creciendo en medio de la tormenta.
Melody volvió a estar hechizada e
inconsciente, pero cuando Jim vio que respiraba se quedó aliviado. Tuvo que
dejarla ahí para seguir trepando y arrebatarle el tridente a la bruja del mar.
Él llegó primero y hizo de distracción para que el rey pudiera liberar a su
mujer y coger el tridente. Pero la bruja del mar lo lanzó al vacío cuando el
muchacho tocó el tridente. El rey en ese momento asaltó a la mujer pulpo y le
arrebató el tridente que usó para que su mujer fuera liberada y la bruja del
mar lanzada al vacío. La transformó en piedra mientras caía.
Melody vio a Jim caer y cuando
notó que se pudo mover se lanzó a por él, gracias a que ella saltó Jim no
impacto tan duro contra el agua, pero se quedó inconsciente. La sirena vio como
se ahogaba y nadó hasta él para sacarlo a la superficie y ponerle a salvo.
Mientras en la superficie, la
reina había entregado el tridente al rey del mar que deshacía el entuerto
creado por la bruja del mar. Cuando todo volvió a la normalidad, los reyes
vieron a su hija sentada en la piedra grande con el joven ya consciente.
-¿Estás bien?-preguntó ella. Él
asintió.
-bonita cola-comentó él con una
sonrisa torcida-no recordaba haberte visto así desde tan cerca.
-es el secreto de mi
familia...-sonrió ella con tristeza- fue lo que mi madre me arrebató… le
entregué a Morgana mis piernas… A cambio… a cambio...
-de tu libertad
permanente-comentó el chico mirándola a los ojos, ella sonrió con sinceridad al
verse comprendida de nuevo por él. Y Jim la besó de nuevo, le había gustado mucho
más que la primera vez. Cuando se alejaron miraron al cielo. -¿y ahora que
harás?
-No puedo volver…-contestó ella
derramando una lagrima-jamás volveré a ser como antes… es el contrato que
firmé…
El rey de los mares había
ordenado a su pueblo volver a casa. Los reyes veían a su hija con el muchacho
con ternura, su hija parecía feliz y serena. Lo siguiente que vieron fue a Jim
soltándole el pelo a la princesita del mar y cogiéndole con fuerza de la mano.
La muchacha dejó a Jim para acercarse a su familia.
La joven se disculpó y explicó
todo lo que hizo y porque lo hizo. No había sido por el muchacho como ellos
llegaron a pensar, él solo había sido un amigo cuando ella lo necesitaba. Un
amigo del que se había acabado enamorando. Se comprometió a desaparecer si eso
era lo que querían o ser para siempre la hija ejemplar que tanto habían soñado.
Vieron a Jim irse con su
tripulación, Melody no quería que se marchara tan pronto. No habían pasado ni
un día juntos. El rey Tritón puso el tridente con delicadeza en la cabeza de la
muchacha y la magia hizo su efecto, podía volver a elegir cuando quisiera.
-¿Por qué no les invitas a pasar
unos días? –sugirió el rey Eric
-Van a haber muchos cambios y una
fiesta de nuevo y si se quedan, serían invitados de honor-comentó Ariel a su
hija.
Los ojos de la princesa brillaron
de nuevo como solo Jim había visto en los últimos años. Y sus padres sintieron
que por fin habían hecho un poco feliz a su hija. La sirena nadó hasta ellos y
se transformó en humana de nuevo. Se lanzó en brazos del capitán y de Jim que
estaban hablando sobre algo que ella no había alcanzado a oir.
-Quedaros por favor… unos
días-suplicó la voz de la muchacha.
-Tenemos que reabastecernos al
fin y al cabo –comentó el capitán- unas pequeñas vacaciones ¿no Jimbo?
Los reyes quedaron con el rey de
los mares a la mañana siguiente, ordenaron a los guardias guiar a toda la
tripulación de nuevo a las habitaciones para invitados y allí descansaron
todos. Todos menos la princesa y cierto grumete. Había colado al chico en su
cuarto, se pasaron gran parte de la noche hablando. Hasta que de repente las
palabras mágicas se escucharon en la habitación.
-Te he echado mucho de menos… no
quiero estar sin ti.
Y como si fuera un detonante la
pareja se dejó llevar, una noche plagada de incontables besos y caricias. Una
noche donde la magia del amor se mostro de la forma más pura y entregada entre
dos personas. La pareja tuvo la primera noche de muchas en completa intimidad y
calma. Se entregaron el uno al otro dejando ver con claridad lo mucho que se
necesitaban y deseaban el uno al otro.
-cuando pasen los días nos
volveremos a ir Melody-soltó él entristecido
-Lo imaginaba…-suspiró ella y
abrió su colgante para ver una vez más aquella foto móvil.
-todavía lo conservas…-se sorprendió
el muchacho un poco…
-Claro… no podía deshacerme de
él-dijo ella sin importancia- es mi primer amor…
Jim la vio sonrojarse, y no dudó
en abalanzarse sobre ella de nuevo. Ella rió con dulzura y disfrutó del beso de
su primer amor. Tras unos minutos mágicos. Él preguntó inseguro.
-¿Eres consciente de que le has
sido infiel a tu novio o marido?
-no llegué a tanto-rió ella.- con
15 años ni loca iba a casarme, preferí huir cuando fui consciente de la
seriedad con la que trataba todo el mundo ese asunto.
Y aquello fue música para los
oídos de él, su corazón latía desenfrenado y con fuerza. Fue ella la que se
lanzó a por él, y quien le convenció para repetir la experiencia de hacía un
rato de manera más intensa y fogosa.
Al día siguiente todos estaban
reunidos cerca del muro y los reyes gritaron: “estamos listos”. El rey Tritón y
los miembros de Atlantica esperaban felices y cantando al otro lado. Melody
observó como el muro se deshacía ante sus ojos. Tierra y mar juntos de nuevo.
Eric tomó a Ariel en brazos y fueron los primeros en lanzarse al agua. Melody
fue la siguiente, salió transformada en sirena.
-¿Vienes? Oh, no me digas que no
sabes nadar-Jim la miraba incrédulo. –Vamos no permitiré que te ahogues.
Jim rió y se lanzó al agua con
ella. La mejor fiesta que habían tenido en el reino, sin protocolos siendo
todos iguales. Aquella noche Jim habló con el capitán. Su madre había abierto
un local en aquel pueblo, pero él todavía quería explorar. Hablaron de sus
planes de futuro y el capitán sonrió al ver que su grumete ya no se sentía
perdido y tenía metas que quería alcanzar.
Antes de que acabara la noche,
Jim cogió su tabla y se coló de nuevo en el cuarto de la princesa. Melody
esperaba en la cama contenta.
-Nos vamos en cuanto vuelva al
barco-informó el muchacho, ella asintió con pena- ¿te vienes? Un viaje de un
año más o menos
Ella sonrió feliz, escribió una
nota que rodeó con algunas de las conchas y caracolas que había coleccionado a
lo largo de los años y la dejó sobre la cama.
“nos vemos en un año más o menos,
volveré lo prometo. Os quiero y gracias por haberme querido y cuidado. Voy a
vivir de nuevo”
Cuando Jim y Melody llegaron al
barco este despegó hacia las estrellas maravillando a la muchacha. Llegó con
ganas de aprender y ver nuevos horizontes.
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